Las cadenas de fast food continuarán creciendo y más ahora que nos encontramos en un periodo de recesión a nivel mundial. La subida de los precios de los alimentos, el parón inmobiliario, la subida del petróleo… todo juega a favor de las cadenas de comida rápida.
El éxito de las franquicias está más que constatado, de hecho, se podría decir que son el modelo de negocio que más ha prosperado durante los últimos tiempos. En lo que respecta a los restaurantes de comida rápida, su crecimiento ha sido imparable año tras año, a pesar de toda la información que ha girado en torno al tipo de alimentación que ofrecen.
Hoy conocemos el estudio “Fast Food Nation 2008, la perspectiva de los consumidores en la industria del Fast Food” realizado por Research International USA, en el que se muestra que las franquicias de fast food en Estados Unidos van a seguir creciendo y casi podríamos decir que también en el resto de Europa.
La clave radica en los precios, que resultan más atractivos, y en el desarrollo del vínculo emocional que han sabido crear las empresas de comida rápida y que ha logrado captar a los consumidores. McDonald’s, Burger King y otras cadenas de comida rápida son de gran valor para la economía estadounidense, según el informe, más de la mitad de la población disfruta de los alimentos que estas franquicias ofrecen al menos una vez por semana. Dentro de este sector de consumidores, un grupo de un 20% frecuenta los fast food cada dos días. Ante estos datos, es lógico el alto índice de sobrepeso y obesidad de la población estadounidense.
El fast food atrapa a cualquier nivel social, incluso quienes pueden disfrutar del menú de un restaurante de calidad por los altos ingresos que perciben, prefieren acudir a degustar un menú compuesto por una hamburguesa, unas patatas, una bebida o algunas de las nuevas ofertas de alimentación saludable que últimamente se contemplan en los menús.
En este caso podría parecer que la educación nutricional brillara por su ausencia, sería comprensible que los estratos más bajos de la población fueran quienes accedieran a este tipo de alimentación dado que resulta más económico, como ocurre en México. Pero hay que decir que gracias a las nuevas iniciativas que realizan las cadenas de fast food norteamericanas, en las que incluyen alimentos saludables, logran captar la atención de más consumidores y aumentar sus ventas.
Claro, que cada país es distinto, una dieta saludable no está al alcance de todo el mundo y es precisamente en aquellos países donde la educación y el nivel socioeconómico suelen ser más reducidos donde aparecen índices más altos de sobrepeso y obesidad. Recordemos que las previsiones sobre los índices de obesidad que alcanzará ese país son alarmantes llegando a vaticinar que será el país del mundo con la mayor incidencia de obesidad.
Ya se han empezado a aplicar algunas medidas como las advertencias nutricionales en los envases y envoltorios del fast food que se comercializa o impartir educación nutricional a la población, aunque parece que de poco servirá.
En Estados Unidos y quizás en otros países, se conjuga el aspecto económico de los menús, la mejora de la calidad de estos y la recesión económica para garantizar un gran crecimiento en el sector del fast food y eso sin hablar de cómo está creciendo este sector en los nuevos mercados.